En este día tan especial ...
Sublime palabra para describir el sentir de una mujer, a quien Dios en su infinita bondad le ha dado el privilegio de traer al mundo, cuidar y educar a otros pequeños seres llamados hijos.
Dicen los poetas que solo las mujeres son capaces de albergar en su corazón un amor infinito y desinteresado, capaces de dar todo… por nada…, dejando de lado sus propios intereses… y a esas maravillosas mujeres las conocemos como Madres.
Todos nacemos de una madre, y tenemos la dicha de guardar entre nuestros recuerdos, los momentos más felices vividos a su lado, desde nuestra infancia cuando nos enseñaron a dar los primeros pasos, a decir las primeras palabras, a diferenciar entre el bien y el mal, crecer con educación y valores y en el transcurso de todo ese tiempo también nos cuidaron con amor y mucha paciencia, perdiendo el sueño durante nuestras enfermedades, llorando a nuestro lado por causa de nuestros pequeños tropiezos, gozando y celebrando nuestros primeros triunfos.
Saber que tenemos al alcance de nosotros los sabios consejos, el perdón incondicional, la comprensión ilimitada de una madre son motivos suficientes para sentirnos seguros de nosotros mismos, avanzando por la vida en busca del tan anhelado triunfo.
Pero… cuando Dios las llama a su lado, horror de horrores, se entra el sol y con él se apaga la luz, se pierden el calor y la energía, para el motor de nuestras vidas y es entonces cuando nos damos cuenta de lo que hemos perdido todo por nada.
Madre sinónimo de amor, generosidad, fortaleza y confianza, virtudes irremplazables que solo recibimos de nuestras adorables madres.
Sin embargo, también están ahí las madres que Dios envió a la tierra, que sin haber engendrado hijos de su propia sangre cumplieron el rol de madres con las mismas virtudes y el mismo amor que las madres que dieron a luz hijos de su propio ser.
Desde lo más profundo de mí ser, rindo homenaje a ese ser maravilloso que es el reflejo del amor que Dios siente por nosotros… sus hijos. Benditas sean por siempre!
Siempre te amaré !!
Tu hija
Dicen los poetas que solo las mujeres son capaces de albergar en su corazón un amor infinito y desinteresado, capaces de dar todo… por nada…, dejando de lado sus propios intereses… y a esas maravillosas mujeres las conocemos como Madres.
Todos nacemos de una madre, y tenemos la dicha de guardar entre nuestros recuerdos, los momentos más felices vividos a su lado, desde nuestra infancia cuando nos enseñaron a dar los primeros pasos, a decir las primeras palabras, a diferenciar entre el bien y el mal, crecer con educación y valores y en el transcurso de todo ese tiempo también nos cuidaron con amor y mucha paciencia, perdiendo el sueño durante nuestras enfermedades, llorando a nuestro lado por causa de nuestros pequeños tropiezos, gozando y celebrando nuestros primeros triunfos.
Saber que tenemos al alcance de nosotros los sabios consejos, el perdón incondicional, la comprensión ilimitada de una madre son motivos suficientes para sentirnos seguros de nosotros mismos, avanzando por la vida en busca del tan anhelado triunfo.
Pero… cuando Dios las llama a su lado, horror de horrores, se entra el sol y con él se apaga la luz, se pierden el calor y la energía, para el motor de nuestras vidas y es entonces cuando nos damos cuenta de lo que hemos perdido todo por nada.
Madre sinónimo de amor, generosidad, fortaleza y confianza, virtudes irremplazables que solo recibimos de nuestras adorables madres.
Sin embargo, también están ahí las madres que Dios envió a la tierra, que sin haber engendrado hijos de su propia sangre cumplieron el rol de madres con las mismas virtudes y el mismo amor que las madres que dieron a luz hijos de su propio ser.
Desde lo más profundo de mí ser, rindo homenaje a ese ser maravilloso que es el reflejo del amor que Dios siente por nosotros… sus hijos. Benditas sean por siempre!
Siempre te amaré !!
Tu hija
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