Puntas hacia abajo, puntas hacia arriba…

Montar una linda mesa, es uno de los “ingredientes” más importantes para disfrutar una buena comida, independientemente de la hora o el menú, pues como siempre sostengo: El placer de comer se inicia con el espectáculo de una mesa puesta con estilo.

En reiteradas oportunidades he leído comentarios que hacen referencia a la absurda necesidad de tener una mesa que siga cierto rigor respecto al orden de todos los elementos que idealmente deben estar en ella, a la ornamentación que de alguna manera le da cierta personalidad, pero principalmente el ánimo con el que es montada por el anfitrión.

Antes de continuar, veo la necesidad de aclarar que cuando escribo la palabra “anfitrión”, por supuesto que no estoy excluyendo a las damas… gracias a la riqueza de nuestro idioma, se debe entender o por lo menos así lo espero, que hago referencia tanto a un hombre como a una mujer, por lo que veo innecesario (sino absurdo) tener que escribir “anfitrión y anfitriona” pues me parece inútil tener que especificar lo que gramaticalmente está hecho… sería como decir “Buenas tardes a todos y a todas”…

Una mesa puesta con estilo no es aquella que tiene a Flora Danica como protagonista principal para la presentación de los alimentos, tampoco es aquella que tiene cristal de bohemia para beber un buen vino, una mesa puesta con estilo es aquella donde el buen gusto del anfitrión salta a la vista, sin necesidad de hacer demostraciones de dispendio que intimide a nuestros invitados, una mesa puesta con estilo no es la que tiene más de 32 cubiertos como si se tratase de una exposición, pues aprovecho para recordarles que en la mesa solo deben estar los cubiertos que se utilizarán, sería absurdo poner un cuchillo de pescado con su respectiva pala, cuando el menú solo indica que se servirá carne. Además, sabemos que como buenos anfitriones, siempre procuraremos que mientras dure, nuestros invitados tengan una permanencia placentera, entonces para qué complicarlos haciendo inútiles demostraciones de nuestra colección “privada” de cubiertos.

Es necesario comentar lo siguiente: Cuando doy clases de etiqueta en la mesa, esta la tengo montada como si fuéramos a tener un menú de 7 pasos, no con el ánimo de abrumar o impresionar a mis alumnos, sino por un tema didáctico, si vamos a enseñar pues lo hagamos bien, quien sabe el día de mañana alguno de ellos comparta la mesa con la reina Isabel y no solo por eso, que no pasa de ser una forma graciosa de decir que debemos estar tan preparados como para no sorprendernos nunca cuando veamos más de 3 cubiertos… cuchara cuchillo y tenedor.

Mi misión es clara… preparar a mis alumnos para cualquier escenario, uno nunca sabe, hay personas que jamás imaginaron que algún día ocuparían ciertos espacios.

Volviendo atrás, tampoco colocaremos toda nuestra cristalería, solo aquella que esté dentro de la variedad de bebidas que ofreceremos.

Debemos recordar siempre que mientras el montaje sea más sencillo, será más elegante, no es necesario sobrecargar la mesa, solo debe ir lo que se utilizará… muchas veces “menos es más” y la creatividad y buen gusto del anfitrión es primordial.

Analizados los puntos anteriores, debemos distinguir dos estilos para la colocación de los cubiertos en la mesa: el inglés y el francés.

En el estilo inglés se utilizan tantos cubiertos como pasos tenga el menú y que a medida que el comensal va terminado un plato, estos cubiertos quedan sobre él y son retirados por el personal del servicio. Una vez que llega el siguiente paso, el comensal debe tomar los cubiertos que siguen de acuerdo al orden establecido por el mismo menú. En el estilo inglés, los cubiertos se presentan con las puntas de los tenedores hacia arriba al igual que la concavidad de las cucharas, mientras que en el estilo francés, solo se utiliza un juego de cubiertos para todo el servicio que a diferencia del estilo inglés y se presentan con las puntas del tenedor hacia abajo al igual que la cuchara también con la concavidad hacia abajo.

Es importante aclarar que los cubiertos (cucharas, cuchillos y tenedores) cada uno con su variedad en formas y tamaños según el uso, son dominantes y pertenecen al mundo occidental, mientras que en Asia oriental, por miles de años los palillos fueron los instrumentos para comer.





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