Un manual para desempolvar…
La urbanidad y los buenos modales son un tema innecesario para muchos, es una cuestión pasada de moda y fútil por donde se lo vea, por supuesto era de interés para nuestros padres y abuelos, pero hoy que estamos en pleno siglo XXI es un asunto caduco, la velocidad con la que transcurren las horas y el trajín de todos los días, no nos permite estos lujos.
Lo que ahora debemos buscar es la practicidad, debemos actuar ajustándonos a la realidad, un mantel en el desayuno, no hará que nos veamos más cultos, cuando lo que nos importa es que los niños no se atrasen para ir al colegio y nosotros a la oficina, con tanta prisa ni siquiera interesa si comemos con las manos, además nadie nos ve, estamos dentro de casa y casi se me olvida; saludar cuando nos levantamos en la mañana no es necesario, pues vivimos en la misma casa y hace apenas unas horas estábamos cenando…
¿Cuánta gente piensa así?
Déjenme decirles que están tan equivocados como Cristóbal Colón y su error de cálculo.
La urbanidad, los buenos modales y las buenas maneras, permiten que la convivencia sea más llevadera entre personas y nos alejan de posibles conflictos y malentendidos, la cortesía y el respeto son fundamentales, por supuesto esto aplica en primera instancia a nuestra casa, nuestro hogar, ya que todo lo que hagamos dentro, se develará de manera natural y automática o inconsciente fuera de ella, así que mucho cuidado, especialmente con lo que transmitimos a nuestros hijos a través de nuestro ejemplo.
Indudablemente la convivencia es mucho mejor si hay generosidad y cortesía, en una familia, por mucha confianza que exista el respeto es fundamental, los niños crecerán con buenos valores y no les será muy difícil engranar y ser aceptados en la sociedad. Y aquí me gustaría compartir esta frase, que si bien fue escrita por D. Manuel Antonio Carreño hace más de 168 años es tan cierta como vigente: “La convivencia cotidiana se disfruta mejor al mostrar actos de generosidad, cortesía y consideración hacia el prójimo“.
Nacido en Venezuela, D. Manuel Antonio Carreño, por el año 1853 escribió el célebre Manual de Urbanidad y Buenas Maneras que en términos generales enseña cómo deben comportarse las personas en ciertos lugares, dependiendo si son públicos o privados y por supuesto de acuerdo al contexto.
Para muchos, se trata de un manual altamente exagerado y por qué no decirlo, antipático, pues la sola idea de uniformar el comportamiento de las personas, además de determinar lo que es correcto o incorrecto, limita el espontáneo desarrollo de la personalidad, es decir no nos deja ser nosotros mismos. No obstante la intensión del famoso escritor no es nada absurda ni descabellada si consideramos que el buen trato, el respeto, las buenas maneras, hacen más fáciles las relaciones, facilitan la interacción entre personas y alejan posibles malentendidos.
La urbanidad es definida por D. Manuel Antonio Carreño como el conjunto de reglas que tenemos que observar para comunicar dignidad, decoro y elegancia a nuestras acciones y palabras, y para manifestar a los demás la benevolencia, atención y respeto que le son debidos”.
Este manual es una especie de portal del tiempo, la redacción sin duda no es nada similar a lo que hoy conocemos, verdaderamente no es difícil su comprensión, mas al contario resulta tan interesante su lectura y por supuesto es totalmente aplicable en estos tiempos, es por ello que esta obra es un referente para quienes apasionadamente somos estudiosos de estos temas.
Hace uso de un lenguaje refinado y caballeresco, que con certeza puede leerse hoy y tomar absoluto sentido con nuestra actualidad, estos tres fragmentos de su propiedad se encuentran en el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras y así lo reafirman.
· “Es un acto impolítico, y altamente ofensivo a la persona que nos habla, el manifestar de un modo cualquiera que no tenemos contraída enteramente la atención a lo que nos dice”.
En nuestra forma actual, habla del respeto que todos debemos tener a quien tiene la palabra.
· “Cuando no estando solos nos ocurra toser o estornudar, volvamos hacia un lado y apliquemos el pañuelo a la boca, a fin de impedir que se impregne de nuestro aliento el aire que aspiran las personas que nos rodean”.
Bien podríamos aplicarlo en estos tiempos en que debemos ser observadores y precavidos, por los riesgos de salud que hemos experimentado estos últimos años. De hecho… debemos hacerlo, hoy en día es difícil imaginar que alguien no lo haga.
· “Si yendo a caballo, viéremos que vamos a encontrarnos con el Viático tomaremos inmediatamente otra calle; y si no podemos hacerlo nos desmontaremos, y no volveremos a montar hasta que la procesión haya pasado”.
Hoy en día los medios de transporte son totalmente distintos sin embargo no es difícil entender que el respeto debe permanecer incluso en un avión.
Desde cómo comportarse en la mesa, cómo cortejar a una dama, la manera adecuada de bailar o aplaudir, incluso como tocar la puerta son parte de este manual, eran reglas absolutamente oportunas y para todo, sin embargo el que por más de un siglo fue referente de los buenos modales tiene que ser desempolvado.
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